martes, 18 de noviembre de 2008


Si cierro los ojos y dejo que el surgir de la mañana invada mi cuerpo, noto el rocío, las ráfagas de aire fresco y el olor a nuevo. Abro los ojos y veo cemento, el humo se incrusta en mis poros y huele a contaminación. Vuelvo a cerrarlos y me traslado a un lugar remoto donde soñar no produce desagrado...llega un momento después de cierto tiempo en el que te das cuenta que el camino que sigues ya no es el que quieres.

3 comentarios:

bolboreta dijo...

La ceguera voluntaria nos regala sensaciones maravillosas, pero también certezas dolorosas.
Caminar a ciegas no siempre significa desconocer el rumbo a seguir, porque el corazón impulsa a base de fuertes latidos.
¡Schhhhiiiiss! Escucha...

Anónimo dijo...

Tengo que decirte que me encanta tu escrita... tu buen gusto...

Tambien yo he cerrado los ojos...y la verdad que si el camino nos damos cuenta que no es el bueno, como llegamos a cambiarlo...

Beso
Val

fag dijo...

boh, esta mañana de camino hacia la uni en moto podía notar el olor del mar.
quizá porqué estoy en mallorca y hacía un viento huracanado.
pero me ha encantado la sensación y tu escrito, tengo algo del mismo estilo.

un saludo