miércoles, 24 de septiembre de 2008
Almas
Hoy he estado limpiando un portatil para que lo use mi madre y me he topado con un montón de fotos, fotos que hacía años que no veía. Fotos de almas que ya no forman parte de mi vida, almas que siguieron un camino diferente. Unas se despidieron, otras se esfumaron y unas mis circunstancias hacen imposible una relación. Una familia de la que ya no formas parte, amistades que viven lejos, amigos que ya no lo son...Ha sido un momento de reflexión, de cómo pasan los años, de la cantidad de personas que van y vienen, que te ayudan a crecer y a ver la vida desde otro punto de vista. Una perspectiva que adoptas, aceptas o rechazas. Te observas incluso en el cambio físico, te detenienes y suspiras, ufffffffffffffffffff. Pasan los años, y no se trata de que pasen rápido o despacio, se trata del lugar al que te llevan. En el día a día no eres tan consciente de tu evolución, de tus posos, de tu sabor a corcho o tu olor afrutado, si tu lágrima existe o si eres de barrica de buena madera.
He visto fotos de alguien que desapareció, sin más. Tendría sus motivos, pero me he dado cuenta de lo importante que fue esa persona para mí y de la ilusión que me haría volver a tener contacto con ella. Y eso no me pasa con todo el mundo, muchos de los que han desaparecido se han convertido en un mero recuerdo, en una imagen que siempre estará pero que ya no dice nada.
Hay momentos en los que me siento como Peter Pan, pero no como el complejo sino como él. Siempre persiguiendo a su sombra. Yo me persigo a mi en muchos momentos en los que no tengo muy claro quien soy y eso deriva de tantos años tratando de ser quien no era para ver si así me aceptaban. Y ahora me planto con casi treinta años y unas problemática exstencial importante a la par que bonita. No todo el mundo se plantea quién es ni cómo cambiar su existencia. He vivido muchas cosas, y he llevado las riendas de mi vida en otras muchas, pero casi siempre ha sido una película de cine mudo. De tanto en tanto aparecía un rótulo para explicarme lo que estaba sucediendo. Ya me cansé de ser un caballo desbocado al que trato de domar. Soy ese caballo que no necesita riendas, que ha de asumir que nació para vivir sin límites impuestos por personas incapaces. Mis límites los he de poner yo y tolerar los que pongan aquellos que de verdad importan.
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